jueves, 24 de mayo de 2007

Luis Caballero: Entre lo Sagrado y lo Erótico.

Por: Juan David Rivas
Luis Caballero es una de las figuras mas importantes en la historia de la plástica colombiana. Su anacronismo figurativo resalta en una época marcada por nuevas tendencias y experimentaciones, además de establecerse como uno de los pocos artistas que logran fundir exitosamente las técnicas clásicas tradicionales, con un lenguaje moderno y expresivo. La pintura de Caballero “...recorre a desproporción ciertos miembros del cuerpo, incluso ciertas referencias prácticamente abstractas para narrar una morfología propia de las sensaciones que desea transmitir: la soledad de un cuerpo desnudo ,la vulnerabilidad del ser humano cuando se entrega sexualmente, la mezcla de placer y tensión frente al éxtasis, la relación entre éxtasis y muerte....”1 Lo interesante es ver como su producción artística se puede entender como una especie de autobiografía. Una autobiografía en donde lo sagrado y lo erótico se mezclan para contarnos en plenitud la evolución sexual del artista, que es precisamente la que lo impulsa a plasmar los anhelos y pasiones mas profundos de su vida, llegando incluso a plasmar los de su propia muerte.

Luis Caballero creció en una familia tradicional católica en donde la religión marcaría su infancia y juventud. El contacto con imágenes sagradas y estilos clásicos influenciaron su pintura y pensamiento, mostrándose tempranamente en su primeras creaciones. Estas creaciones, cargadas con una marcada influencia del pop y de artistas modernos como Francis Bacon, presentaban figuras en éxtasis pleno; un éxtasis que se funde entre lo sagrado y lo erótico. “Es indudable que las imágenes del Cristo herido y muerto- bello al mismo tiempo-, y que me obligaron a adorar siendo niño, influyen en las imágenes que pinto.”2 Sus cuerpos, dispuestos en composiciones casi iconográficas (piedad, cristo en la cruz) presentaban seres diluidos, que mas que entregarse al éxtasis religioso, se entregaban al éxtasis erótico. Mostraba figuras masculinas y femeninas en las cuales el erotismo trasciende el físico hasta llegar a lo mas profundo del ser mismo. Es entonces el erotismo lo que marca su obra, y es un erotismo para el cual “ se necesita pintar eróticamente; Pintar mas con semen que con trementina.”3

Después de ganar la primera bienal de arte de coltejer, Caballero se instala en Paris con su esposa Terry Guitar, donde comenzara a trabajar arduamente en series cada ves mas figurativas y oscuras. Caballero, cuya educación pictórica había sido abstracta y lírica, se comenzó a interesar cada ves mas por la perspectiva y la anatomía. Por esto comenzó a trabajar sobre modelos desnudos, que al principio resultaron en series de dibujos con poca expresión, pero que poco a poco irían recobrando la fuerza de sus obras anteriores. Cada ves se ve mas figuración y virtuosismo, además de que comienza a abandonar los colores pop, por colores mas cálidos y oscuros. Es entonces cuando entiende que su único interés es el cuerpo, y que el claro oscuro es el mejor medio para alcanzar sus objetivos.
En el 76, después de diez años de matrimonio, Luis Caballero termina con su esposa y posteriormente afirma su homosexualidad; lo que resultaría, debido a la naturaleza misma de su pintura, en el abandono definitivo de la figura femenina. Comenzaron entonces a primar los cuerpos masculinos. “ Si ahora pinto hombres es porque mi pintura esta ligada a mi vida. Lo que me emociona y me apasiona son los hombres y no las mujeres. No solo sexualmente sino como realidad plástica. Es decir, como objeto de belleza.”4 Así aparecen cuerpos fornidos y esbeltos que se entrelazan en espacios abstractos bajo un éxtasis profundo. Cuerpos cuyas extremidades se fundían en líneas que complementaban la composición para crear ritmos y recorridos harmoniosos.

En Paris, Caballero comienza a disfrutar con plenitud de la libertad sexual de la que no gozaba en Colombia. Ya es un punto donde no trata de ocultar su deseos y anhelos homosexuales, sino que por el contrario, los aprovecha al máximo para la creación de su obra. Poco a poco sus imágenes se vuelven mas sugestivas a nivel sexual. Sus composiciones se vuelven cada vez mas fragmentadas como en una especie de close-up al sitio de interés. Este sitio de interés se vuelca sobre el torso y la pelvis, lugares que considera como los mas sugestivos durante el acto sexual. Además de este tipo de imágenes, también encontramos en este periodo varios retratos en composición clásica de sus propios amantes. Esto son decenas de retratos de sus propios amantes, que aunque retratados con ropa y en posiciones normales, reflejan un claro ámbito erótico en la mirada y expresión de los personajes mismos. Estos reflejan una mirada coqueta y diciente al mirar al espectador, que en este caso seria como si miraran al los ojos e intereses del propio artista.

Ya avanzados los ochenta, Caballero comienza a retomar en forma un tipo de imagen que se había visto presente en algunas imágenes de épocas anteriores. Estas son imágenes donde los cuerpos yacen como sin vida en el suelo cubiertos de marchas de sangre y colores sombríos. Son imágenes cada ves mas oscuras y tenebrosas donde la muerte comienza a jugar el papel mas importante en la obra. Este pedido el mas importante de su obra, ya que finalmente se hace presente todo aquello que el artista se esforzaba por plasmar. En estas imágenes, se comienzan a hacer visibles la conjunción de todo lo tratado por Caballero. Son obras donde la relación Éxtasis-Muerte se hace mas visible que nunca. Es como si los fornidos cuerpos masculinos alcanzaran su muerte en el momento justo en el momento de éxtasis total. Son cuerpos, que por sus colores reflejan ya la putrefacción de la carne , pero que quedan en poses extáticas, reflejando así su éxtasis final en el que se sumergieron antes de abandonar este desdichado mundo.

Estas ultimas imágenes, cargadas de dolor y sufrimiento, demuestran como el acto sexual lleva a pasiones tan extremas como la de la muerte misma. Son precisamente estas obras las que parecen como extrañas profecías, ya que poco tiempo después, Caballero se contagiaría de sida, lo cual acabaría con su vida en 1994. Es cuando notamos que su pintura es un densa autobiografía, donde su muerte se convierte en el mejor epitafio para su obra, ya que con su vida misma demuestra que un cuerpo entregado al placer y el erotismo, abandona la razón y la conciencia hasta el punto de entregarse a su propia muerte.

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