lunes, 21 de mayo de 2007

Miguel Ángel Rojas: De lo privado a lo público.

Por: Sara Villamizar
"Develar, percibir lo obvio y ampliarlo a lo público es parte de lo que le debemos los espectadores a la obra de Miguel Ángel Rojas".Natalia Gutiérrez, ArtNexus.


Miguel Ángel Rojas uno de los artistas mas destacados en la década de los 70´s en Colombia, dedico gran parte de su tiempo a la fotografía. En 1979 este artista decidió entrar en teatros (Faenza y Mogador) que en esta época se utilizaban como sitios en que las practicas homosexuales eran lo común; Miguel Ángel Rojas ubicaba su cámara por rendijas sin que las personas se dieran cuenta y fotografiaba a hombres teniendo relaciones sexuales, las imágenes que capturaba no eran nítidas y el encuentro furtivo de los cuerpos se convertía en una escala de grises bastante llamativa. Lo interesante de este trabajo, no era lo que se hacia en este lugar, sino ver como éste artista en esta época logro mostrar la intimida, algo que se encontraba ubicado en la esfera de lo privado y lo convirtió en público; Estos trabajos han tenido gran influencia en mi obra, ya que mis proyectos siempre han estado tratando de buscar este límite entre lo privado y lo público, si es que hay un límite, y siendo un “reflejo” de mí intimidad.


Este artista llegaba al Faenza, se sentaba y fijaba toda su atención en cada uno de los hombres que iban entrando; esperaban mientras se acostumbraban a la oscuridad. Exhibían entre ellos algunas señales corporales casi imperceptibles para, finalmente, acercarse. Miguel ángel Rojas observaba todo con detenimiento y vigilaba las relaciones, el refinamiento de su mirada no solo se quedaba en la vigilancia de las relaciones humanas, sino en el placer de observar las cosas; por esto su trabajo está lleno de detalles que atrapan al espectador, objetos que quedan grabados en la retina: el acercamiento de los hombres que transiten el goce desmedido de mirar al otro. “Los objetos son descritos con esa larga exposición, poniendo atención a la penumbra para capturar el brillo de los extintores de incendio, las sillas, el techo trasfigurado por la luz de la pantalla y el chorro de luz blanca que sale del proyector. Pero también observar las relaciones vigilando las figuras imprecisas, con pequeños gestos nítidos como la mano que tapa la nariz para enfatizar la existencia de los olores y el encuentro furtivo de los cuerpos, un encuentro “movido”, pero con una deliciosa escala de grises.”
[1]

Miguel Ángel Rojas inscribió con este trabajo la fotografía documental en el “gran arte”, a partir de un tema tabú en el país; las fotos son de encuentros entre homosexuales (1979), que en ese momento le permitieron vivir y aceptar la diferencia, además de tener como punto de partida su propia experiencia y su intimidad que termina siendo tema de dominio público. Está obra se convierte en un cortejo sexual que amplía y enriquece nuestra experiencia de lo erótico, con un lenguaje fotográfico que las enriquece: desenfoque, detalles significativos, perfiles movidos, que son accidentales y se dan por las condiciones de la toma; asimismo un exhibicionismo a través de la ropa, las miradas, la expectación, las caricias, los acercamientos, el afecto y el sexo convierten este trabajo en una significativa obra de arte.

“Miguel Ángel Rojas no hizo solamente fotografías en el Faenza sino también en otros teatros como el Mogador y el Imperio y allí, a través de un orificio, capturó con la cámara lo que sucedía en los baños. De ahí el nombre de su serie Sobre porcelana, porque las baldosas y los lavamanos de los baños del Mogador eran el soporte de las relaciones sexuales.”
[2] Aquí podemos hacer evidente que está obra arranca de un espacio intimo que se encuentra en la esfera de lo privado y se convierte en algo público; el baño es el lugar más privado e intimo al que podemos ir, al ser expuestas estas fotos están listas para ser observadas por mucha gente y salir de esa esfera. ¿Pero donde se encuentra esos límites o cómo es determinada esa esfera? Aquí podemos relacionar toda la teoría del voyerismo, que en la realidad hace parte de nuestra educación; nacimos en una familia y sobretodo en una sociedad que distribuye y cataloga los espacios como privados o públicos y ciertas actitudes como intimas que no podemos ver. Nos educamos entonces con curiosidad, queriendo ver ciertas imágenes, que están tapadas porque la sociedad decidió que lo íntimo, que las cosas más evidentes, son privadas.

Estas fotografías entonces son una mirada sobre lo obvio y eso tiene excesiva relevancia; como lo dice Natalia Gutiérrez en un articulo en Internet “Para Gregory Bateson lo obvio hay que taparlo porque asusta, es doloroso, muy difícil de ver; por eso la comunicación humana tiene muchos sistemas auto correctivos que operan para desviarlo por una senda lateral, para ocultarlo aun hasta el punto de cerrar los ojos si es necesario o de excluir distintas partes del proceso de percepción.”
[3] Estas imágenes en el Mogador, pueden ser una de las obras más importantes, tal vez porque son capturadas a través de un orificio y documentan la intimidad; quedaron imborrables en el ojo, nos muestra a fondo los intereses de este artista: la marginalidad y la intimidad.

¿De donde viene todo este gusto por lo personal? ¿A que se debe todo esta búsqueda de lo erótico, de lo “prohibido”, del voyerismo? ¿Podría ser el reflejo de su intimidad? Desde su tesis de grado en Artes plásticas en la universidad Nacional en 1972, empezó a indagar en sus aspectos personales, hacer reducciones, fragmentó y escogió las partes de su cuerpo que le permitían reconocerse, puso la ampliadora a su servicio. Desde este momento se vio un claro interés por parte de Miguel Ángel Rojas de trabajar con temas que como se nombra en el párrafo anterior se encuentran ubicados en la clasificación de lo privado. Quería que el arte fuera un encuentro consigo mismo, comenzó a buscar, cómo el mismo lo dice “una especie de trabajo confesional buscando sacar a la luz los sótanos oscuros de mi realidad”
[4]


Con este primer trabajo, con las fotos de los teatros y con algunas instalaciones y videos relacionados con estas obras, Miguel Ángel Rojas llego a concluir: “Lo que yo entendí en ese momento era que el arte tenía que servirme para realizarme como persona y para conseguirlo tenia que aceptarme en toda mi dimensión”
[5] . Con esto vemos que sus obras siempre han sido autobiografías, su vida personal ha sido su mayor fuente de inspiración, igualmente que su contexto cultural y sus tendencias sexuales.

La búsqueda de lo “prohibido”, de lo erótico, es lo que lo lleva a desarrollar su voyerismo; pero mas que esperar encontrar puntualmente estos dos conceptos en la intimidad de alguien ajeno a el, logro encontrar su erotismo y saco a la luz en una época tradicionalista y conservadora aspectos íntimos que se salían del contexto de lo privado y se ubicaban en lo público y de cierta manera comenzar a convertir su propia privacidad en algo notorio. Evidentemente su obra podría ser un reflejo de intimidad, no solo por lo concluido anteriormente, sino porque la intimidad se puede encontrar dentro de la individualidad, dentro de lo subjetivo que puede en algunos ocasiones sino en casi todas llegar a ser universal. “Creo en las individualidades. Hay mucha gente como uno, y de alguna manera entonces si yo cuento mi propia historia, esa historia tiene eco en mucha gente. Lo subjetivo, sin proponérselo, puede ser universal.”
[6]

Miguel Ángel rojas es un artista que estoy completamente segura que ha sido y seguirá siendo referente de los nuevos artistas o artista en formación, no solo porque su obra tiene gran carga de contenido social, espacios urbanos que aunque no tuvimos la oportunidad de visitar fueron parte de nuestra ciudad, sino también porque con cada una de sus obras a marcado y sido reflejo de la época vivida, su experiencia personal y su entorno (su país). Las series de fotografía que salen del Faenza y Mogador, son el reflejo de ese entorno que cubría a Miguel Ángel Rojas una sociedad llena de juicios morales, de esos “no lugares” urbanos, esos sitios de paso como los teatros, pero que en los 70 fueron los lugares que permitieron a algunos jóvenes reconciliarse con la diferencia sexual, en una sociedad donde la familia, aparentemente el lugar por excelencia, el lugar donde se aprende y se crean unas bases de sentido de pertenencia y de identidad, no lo eran.



“Es posible predecir las experiencias que tendrán en ese teatro las futuras generaciones. Walter Benjamín tenía razón al pensar que la mercancía era imparable.”
[7]; este trabajo no quedo en una obra pasajera y realizada solo para los 70´s, ha sido un trabajo que Miguel Ángel Rojas sigue retomando para hacer nuevas producciones artísticas. “Del trabajo sobre el Faenza, a pesar de que nunca se ha mostrado completo, los interesados en el arte colombiano hemos pensado que es una joya. Hoy más que nunca, revisitarlo sirve para entender que los artistas no son vigentes porque son nuevos; Serres dice que el conocimiento corre y regresa a lo largo del tiempo y “percola”, da un giro y vuelve a correr eternamente, como estas visitas periódicas que el artista hace a sus negativos indelebles.” [8]


[1] http://www.fotografiacolombiana.com/article.php?sid=234, Adriana Gutiérrez.
[2] Alberto, Diego, “Otras voces, otro arte”, Pág. 9.
[3] http://www.fotografiacolombiana.com/article.php?sid=234, Adriana Gutiérrez
[4] Alberto, Diego, “Otras voces, otro arte”, Pág. 11.
[5] Alberto, Diego, “Otras voces, otro arte”, Pág. 11.
[6] Alberto, Diego, “Otras voces, otro arte”, Pág. 12.
[7] http://www.fotografiacolombiana.com/article.php?sid=234
[8] http://www.fotografiacolombiana.com/article.php?sid=234

1 comentario:

Antonio José Jaramillo Ramirez dijo...

He leido con detenimiento todos los articulos, pero en especial este, ya que es escrito por una persona muy querida y el cual me parece muy interesante por cuanto relata fases desconocidas de este artista.